lunes, 28 de marzo de 2011

* Peregrinación por la Meca I - Teatro Avenida - Baires

De visita a la Capital (en todo sentido) del país, pude disfrutar de la ópera Carmen y de Plácido Domingo en el Obelisco. Aquí unas impresiones sobre Carmen.

Pospuesto por el mal tiempo el concierto de Domingo y de la Tola en el Obelisco, fui a ver Carmen, llevada a escena por Buenos Aires Lírica. Eso tiene Baires: se te cae un programa y tenés un par de reemplazo.

BAL apostó a la puesta en escena de Lombardero, que aún siendo moderna, no se separa del libreto. Trae la obra a los tiempos presentes, pero no hay nazis, no hay camisas negras, no es minimalista: es CARMEN pero en el 2011. Tal vez peca en seguir esto de "la violencia de género", viendo en Carmen a la víctima de violencia familiar, y no a Don José, pero aún así el resultado es excelente, brillante, ágil, la música es la protagonista a través de la puesta y no el regiseur.

Las voces no se quedaron atrás.

Martin Muehle, tenor brasileño, como Don José, presentó un color de voz que defino como un intermedio entre la voz pasada de vueltas por querer sonar grande de Gustavo Lopez Manzitti y la voz embrionaria, en proyecto, de Marcelo Puente (hace un par de años, aclaro). Cumplió una gran labor, con matices, compenetración en el personaje, muy buena actuación, volumen y agudos fenomenales. Un tenor que posiblemente si se va a Europa, no vuelva.

Adriana Mastrángelo, mezzo argentina, como Carmen, con un físico despampanante y una buena voz, recrea una Carmen que pasa apuros en lo vocal al comenzar, hasta que entra en calor, no todo lo puta (perdón por la expresión) que uno por ahí espera que sea esta gitana, pero sin embargo convence.

Como Escamillo, el joven Leonardo Estevez mostró una voz desgastada, con ese vibrato molesto que muestran las voces jóvenes que han sido forzadas al extremo durante años. En la primera función esto fue más patente que en la segunda, en la que no forzó tanto sus medios y trató de llevar el personaje a su campo, sin éxito. La regie lo ayudó acentuando lo visual a lo canoro.

Oriana Favaro como Micaela mostro una voz dulce, muy bien manejada, aunque al subir al agudo cobre demsaiado volumen y eso resulte un tanto chocante al oído.

En los demás roles (opto por la brevedad), se desempeñaron jóvenes cantantes con un futuro promisorio: Victoria Gaeta, Cecilia Amancay Pastawski, el que hizo de Dancairo y Remendado, el Zúñiga (les debo los nombres) y el Morales de Ricardo Crampton, quienes nos dejan tranquilos para un futuro recambio generacional, que lamentanblemente no se estaba dando.

Alejo Pérez al frente de la Orquesta hizo un trabajo muy eficiente, pero casi sin darles posibilidades de lucimiento a los cantantes, marcando un paso bastante acelerado.

El coro presentó algunas fallas entre los varones, siendo el de Niños el que se robó la función.

Repetí esta Carmen yendo el viernes. Un lujo, en el Teatro Avenida, Teatro de unos 20 años menos que el Libertador, un 15 % más pequeño, pero 300 % más cuidado.

Espero ansioso la llegada de Lombardero para el Otello con Gaeta y Volonté. Promete.

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A la vez que se hacía Carmen en Capital, en el Argentino de La Plata se hacía Eugenio Onegin. Hay colectivos para ir desde la Capital hasta La Plata. Las entradas se pueden comprar por teléfono y por internet, y te llegan a tu casa. Tienen descuentos de hasta 90% para sobrantes de abonos para los menores de 25 años. En el Libertador, nada de eso.

Miremos a Baires sin encandilarnos, claro, para mirarnos a nosotros y ver qué podemos mejorar.

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